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jueves, 23 de diciembre de 2010

SORPRENDENTES TESTIMONIOS DE OVNIS EN ARGENTINA

Sorprendentes testimonios OVNI en Argentina

Pese a que los científicos son escépticos en torno a la existencia de vida inteligente extraterrestre y se niegan a aceptar que los OVNIs provengan de culturas desarrolladas en otras galaxias, en la localidad salteña de Cachi, cualquiera que hable con sus habitantes tendería a pensar que la teoría que
dice que los humanos somos los únicos en el universo, es absurda. Es que son tantos los testimonios sobre avistamientos de complejas naves, extraños fenómenos luminosos e insólitos encuentros del tercer tipo -como le llaman los ufólogos a las experiencias cercanas con culturas alienígenas- que hasta el más acérrimo de los incrédulos, se desarma.

Cachi, ubicada a 2.280 metros sobre el nivel del mar y a 157 kilómetros de la ciudad de Salta, es especial en todo: para acceder a ella hay que trepar la imponente Cuesta del Obispo, rodeada de terroríficos precipicios y envuelta en un paisaje tan cambiante como fascinante. Y además, es preciso atravesar una meseta altiplánica sembrada de cardones, por donde corren libremente guanacos, llamas y burros en estado salvaje.

El pueblo, que no sólo por cuestiones de eficiencia municipal sino por la propia cultura de sus habitantes -en su gran mayoría autóctonos de la zona- es limpio y ordenado, parece haberse detenido en el tiempo. Y su aspecto es tan colonial, que si no fuese por la existencia de automóviles, cualquier viajero hasta podría llegar a pensar haber sido transportado hasta allí por la máquina del tiempo de Herbert George Wells y temer una requisa de una patrulla de soldados españoles. Pero eso no es todo: cuando cae la noche y la temperatura baja hasta niveles en que la brisa se transforma en agujas perforantes, el cielo muestra una particularidad que parece ser patrimonio exclusivo de los valles calchaquíes: es tan límpido, que la observación del firmamento se transforma
en una fuente de diversión inacabable. La Vía Láctea -que los lugareños llaman "El Suri"-se aprecia con una nitidez excepcional. Y los satélites que orbitan la tierra, se ven como faroles volantes. Los cacheños son sencillos y amables.Y los que no lo son pero viven allí, se mimetizan.

Todos hablan con una franqueza inocente que hace imposible pensar que tras los dichos de un vecino, existan mensajes ocultos. Y en este marco de situación, es que dos periodistas de El Tribuno recabaron datos sobre una polémica que se ha despertado, a raíz de que un cacheño, Antonio Zuleta, asegura haber filmado -desde el 23 de junio en adelante- en 17 ocasiones diferentes, a otros tantos objetos voladores no identificados. Pocos días después de las declaraciones de Zuleta, un montañista vastamente conocido y que ha sido candidato a intendente, dos policías, el oficial Corimayo y el sargento Flores, realizaron un impactante relato sobre la persecusión de la que fueron objeto por parte de una "enorme y extraña luminosidad". Zuleta, está seguro que se trata de "naves tripuladas" que vienen aquí en búsqueda de algo. "Siempre parecen hacer un camino similar. Aparecen por el este y se pierden entre los montes cordilleranos, al oeste. Creo que buscan minerales". Los policías, coinciden: "No era un avión, un helicóptero ni nada conocido. Ni tampoco un "farol" o un fenómeno lumínico anómalo como aseguran algunos científicos. Yo lo vi. Y sé que se trataba de "algo" manejado por personas inteligentes pero con una tecnología más desarrollada", señaló el sargento Raúl Humberto Flores, de 40. En la Quebrada de Escalchi, a pocos kilómetros de Cachi, Genaro Marcial Serrano, de 53 y su hijastro Ariel Burgos de 26, juran vivir bajo "la ruta de los platos voladores". "Casi todas las noches los vemos, estamos acostumbrados". Y no son los únicos, los testimonios suman y siguen. Son correlativos y varían tan sólo en el tiempo de avistamiento e intensidad.

ARGENTINA TIERRA DE LOS ÁNGELES CAÍDOS

Argentina: Tierra de ángeles caídos

Desde los años cincuenta se han producido en Argentina una serie de avistamientos de extraños objetos voladores que, en algunos casos, culminaron con el impacto de éstos contra el suelo. Hasta el presente, los diversos testimonios hablan de bolas de fuego, fragmentos metálicos de origen desconocido, de vegetación arrasada, de científicos y militares explorando la zona en busca de restos.

Argentina tiene una larga historia relacionada con extraños objetos caídos del cielo. Uno de los primeros casos está narrado en un documento del siglo XVII: "En San Ignacio de Ipaná, el 10 de agosto de 1631, algo extraño y luminoso fue visto surcando el cielo. Entre las 6 y 7 de la tarde se observó cómo se levantaba por la parte de oriente un globo luminoso de extraña grandeza que vino con vuelo no apresurado, sino algo lento, por encima del pueblo, como una Luna llena. Despedía hacia el oriente gran cantidad de centellas y, al llegar a la línea del horizonte de occidente, se abrió con mayor luz, que luego se apagó, y transcurrido el tiempo que se tarda en rezar un credo, dio un tremendo estallido como de trueno".

Para algunos, este texto, conservado en los archivos de la Compañía de Jesús, bien podría ser el primer documento que registra la caída de un OVNI en Argentina. Por supuesto, es difícil conocer la naturaleza de aquel "globo luminoso", pero está claro que no ha sido el único suceso de estas características ocurrido en el país.

La tumba de un extraterrestre

Uno de los casos más enigmáticos fue recogido en dos artículos aparecidos en el diario La Capital, de la ciudad de Rosario, los días 13 y 14 de octubre de 1877. En el primero de ellos, un químico de apellido Sevarg relata que, mientras caminaba cerca del río, se topó con una gran roca negra de forma ovoide de 25 metros por 37. Pensando que se trataba de un aerolito, Sevarg, junto con los geólogos Charles Davis y John Paxton, decidió perforarlo. Tras seis días de trabajo penetraron en una habitación de 2 metros cúbicos donde había una ánfora de metal blanco. Al retirar una plancha de metal, descubrieron una segunda sala donde se hallaba una tumba rectangular con un cuerpo. En el periódico se señalaba: "No tiene cabellos; el cutis debió ser liso y sin barba, pero ahora está arrugado y parece cuero curtido; el cráneo es triangular y la cara aplastada. En vez de nariz tiene una trompa saliendo desde la frente, una boca muy pequeña con sólo catorce dientes y dos órbitas de las cuales se han extraído los ojos. Los brazos son muy largos y las manos tienen cinco dedos, de los cuales el cuarto es mucho más corto que los demás. La contextura general es muy débil".

En la tumba se halló también una chapa de plata con unos dibujos que representaban al Sol, diversas estrellas y los planetas.

En la breve nota publicada en la edición del día siguiente, 14 de octubre, se menciona que los objetos se exhibirán en los hoteles Mageran y Francini.

Estados Unidos interviene

En la tarde del 6 de mayo de 1978, un objeto cilíndrico y con una estela llameante impactó en una región montañosa de Bolivia, cerca de la frontera argentina. La caída estuvo acompañada por un estruendo y un temblor similar al de un terremoto. La Fuerza Aérea Boliviana descubrió las huellas del impacto en la ladera sur de la montaña El Taire. El objeto había producido en el terreno un rastro de unos 300 metros de profundidad por 500 de ancho y 1,5 kilómetros de largo. Las rocas de las cercanías estaban fundidas. El lugar fue declarado zona militar, prohibiéndose el acceso a la gendarmería argentina y a toda la prensa.

Una comisión, dirigida por dos oficiales de la Fuerza Aérea de EE UU, el coronel Robert Simmons y el mayor John Heise, se presentó en el escenario de los hechos. Regresaron con varias cajas y con un bulto enorme y pesado, cuidadosamente envuelto. La carga fue trasladada al compartimiento de carga de un avión norteamericano, que despegó inmediatamente.

Un extraño pedazo de metal

Silvia Pérez Simondini y su hija Andrea investigaban desde hace varios años el fenómeno OVNI en Victoria en la provincia de Entre Ríos. Una mañana de marzo de 1992, un peón de la zona se encontró con un trabajador de un campo aledaño, quién le informó que "había caído algo del cielo que causó una gran explosión". Además, se observó un gran movimiento de militares.

Silvia y Andrea se dirigieron al lugar y encontraron una porción de suelo de unos 40 metros de diámetro donde "la tierra estaba recién removida". Aunque excavaron, no encontraron nada extraño. Meses después se halló en dicho campo un pedazo de metal. Se lo dieron a un herrero para que lo fraccionara, pero éste no lo logró. Sólo se pudo romper con un equipo autógeno de alta resistencia. El examen posterior indicó la presencia de titanio, silicio y manganeso, entre otros elementos.

OVNIS estrellados en Salta

"Un grupo de nuestra policía estuvo en un cerro cerca de la localidad de Incamayo, en la Quebrada del Toro, y vio de cerca el cráter que produjo aquella cosa. Hubo temblores muy fuertes tras el impacto, pero no se encontró ningún vestigio", comentó un agente de la comisaría de Campo Quijano, pequeña localidad situada a 30 km. de Salta, capital de la provincia del mismo nombre ubicada en el noroeste de Argentina.

Junto a dos amigos salteños decidimos seguir adelante con el vehículo todoterreno a través de un camino escabroso, en una zona montañosa de más de 300 metros sobre el nivel del mar. "Sí. Yo lo vi caer por detrás de Incamayo", nos confirmó un maestro de primaria en Campo Quijano, antes de que partiéramos. Vadeamos algunos riachuelos y llegamos en menos de una hora a la aldea de Incamayo. Allí, a 55 km. de Salta, junto a la carretera, está la hacienda Incamayo, donde nos atendió Antonio Cruz, un empleado de avanzada edad, pero con una vitalidad impresionante.

"La cosa cayó allí", nos dijo mientras señalaba con su dedo la cima de una abrupta montaña que se erigía junto a la hacienda. "Yo serví de guía a la gente que vino de la universidad. Tardamos casi una hora en subir, porque se resbala mucho, y vimos esa cueva profunda que antes no estaba allí", me comentó Antonio Cruz.

"¿Qué explicación le dieron aquellos científicos?", le pregunté. "Ninguna. Permanecieron callados. Parecía que no entendían lo que había pasado. Aquello ocurrió el 4 de agosto de 1995, creo que sobre las diez y media de la noche", recordó el anciano. Al cabo de un rato llegó el propietario de la finca, Hugo Mauricio Lazarte, que también nos dio su versión de lo sucedido.

Violenta explosión

"Yo estaba durmiendo cuando me despertó un estruendo y pude oír el ruido de tierra que caía del cerro. No se veía nada porque era una noche cerrada. Al día siguiente seguía cayendo tierra. Intenté acercarme al lugar, pero tuve miedo de los derrumbamientos y de que se tratara de chatarra espacial que tuviera algún elemento radiactivo. Entonces mi hermano, Atilio Lazarte, se puso en contacto con científicos de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad de Salta. Vinieron algunos días después, pero no encontraron nada", me dijo el testigo.

"Dos semanas después – continuó su relato – Cruz y yo vimos una especie de cometa grande y anaranjado que volaba sobre el cerro. Tenía una cola de la misma dimensión que la bola. Era opaca y no demasiado brillante".

¿A qué velocidad se desplazaba?, le pregunté mientras mirábamos aquellas montañas desnudas de vegetación. "A una velocidad media, ni muy rápido ni muy lento. Fue a las 7.30 u 8 de la noche, aproximadamente", me respondió Lazarte.

¿Qué había chocado contra el cerro de la finca de Incamayo? Según la prensa local, las viviendas cercanas a la zona de la explosión se estremecieron y cundió el pánico entre los lugareños y sus animales, que reaccionaron con desacostumbrado nerviosismo. Perros y gatos se negaban a abandonar las casas, mientras que los caballos relinchaban y se alejaban en estampida de sus haciendas.

El periódico El Tribuno, en su edición del 14 de agosto de 1995, daba fe de que los geólogos Ricardo Alonso y Ricardo Sureda, de la Universidad de Salta, habían visitado la zona del impacto, declarando que "un cuerpo extraño chocó con violencia inusitada en el lugar". La posible trayectoria del mismo fue de sudoeste a noreste y probablemente se trató de un meteorito. Según los geólogos, el objeto quedó completamente desintegrado, porque no encontraron ningún vestigio, aunque no descartaban que hubiera quedado sepultado tras el derrumbamiento que prácticamente hizo desaparecer parte de la ladera del cerro.

Avistamientos en los años 50

La zona en cuestión parece ser un verdadero "hervidero" de OVNIs. En abril de 1956 se registró la aparición de un "cigarro volador" que sobrevoló cuatro veces en el mismo día el Salar de Arizaro, cerca de la localidad de Tolar Grande. Se tomaron diversas fotografías y algunos creyeron que se trataba de reactores del ejército ecuatoriano en ruta entre Quito y Chile.

En esos días, una violenta explosión sacudió las laderas del Nevado Macón, una cumbre situada cerca de Tolar Grande. Dicha explosión fue atribuida a la caída de un cuerpo celeste, calificado de aerolito por algunos y de "cigarro volador" por otros. A finales de 1955 también se presenció en el Macón la caída de un objeto que se pensó era un aerolito. Posteriormente fueron hallados extraños restos metálicos en las laderas del cerro. Merece la pena recordar que, en aquellos momentos, aún no había sido lanzado el primer Sputnik (1957) y, por tanto, los restos no podían pertenecer a este satélite. Algunos informantes declararon haber observado tras la explosión unas huellas de características humanas, pero de proporciones gigantescas, tanto en las arenas del cerro como en los alrededores.

En enero de 1957, después de escalar el Macón, regresó una expedición dirigida por el doctor José Cerato. Éste relató que al llegar a la cima del macizo encontraron "rastros similares a los que podrían dejar máquinas muy pesadas, de base plana, que hubieran aterrizado allí".

El 25 de septiembre de 1956, las agencias de prensa argentinas informaron sobre un nuevo avistamiento de OVNls en la localidad salteña de Pajas Blancas. Varias personas presenciaron el aterrizaje de una extraña aeronave, en forma de huevo y de gran tamaño, que se elevó en espiral cuando se aproximaron los testigos, según comentó el ufólogo Cristian Vogt durante una reunión en Buenos Aires.

Y por si fueran pocos los sucesos ufológicos ocurridos en Salta, el 27 de junio de 1962 sus habitantes vieron cruzar el cielo un enorme "plato resplandeciente". Luego cayó una sustancia, descrita como "fino polvillo ceniciento", semejante al encontrado tras otros aterrizajes de OVNIs que tuvieron lugar en Argentina por aquellas fechas.

La prensa salteña, que siempre cubrió exhaustivamente estos acontecimientos, dio cuenta de un hecho sucedido el 12 de julio de 1968. La ex-directora de una escuela, Elisa Medina, que había salido a la calle con su hija, oyó de pronto un ruido inexplicable que la hizo mirar hacia arriba, advirtiendo entonces cómo un potentísimo haz de luz iluminaba los alrededores. Ambas comenzaron a gritar, pero una fuerza extraña las inmovilizó, dejándolas "como pegadas al suelo".

Más recientemente, en 1996, unos camioneros que venían de San Antonio de los Cobres vieron, mientras pasaban por El Tastil (cerca de la finca Incamayo), una luz que parecía seguirles. El vehículo se quedó sin frenos, que volvieron a funcionar al llegar a la rotonda de Limache, en la entrada de la ciudad de Salta. Pocas semanas después, otros conductores protagonizaron sucesos similares.

La región salteña parece atraer como una especie de "imán" a los OVNIs. En 1978, un piloto de avión, Alberto Cruz, vio una gran bola de fuego cayendo sobre la región de los Toldos. Algunos creen que se trataba del mismo objeto que se estrelló en Bolivia y que atrajo al lugar a militares e incluso a técnicos de la NASA.

Al norte de la provincia, en mayo del mismo año, tuvo lugar la caída de un OVNI cerca del parque nacional de Baritú. La policía de fronteras argentina, dirigida por el comandante Juan Nicaslo Boari, localizó extraños restos metálicos cerca del poblado de Santa Victoria Oeste. En Agua Blanca, en la frontera con Bolivia, se registró un fuerte temblor en el puente internacional sobre el río Bermejo. Y en la provincia de Jujuy, fronteriza con Salta, también se observó la caída de un gran artefacto, seguida de una fuerte explosión, en el área de Humahuaca (Palca de Aparzo) en septiembre de 1988. "En ese mismo año – me contaba en Salta la antropóloga Cristina Bianchetti –, apareció en San Antonio de los Cobres, durante varias noches, una bola gaseosa, una especie de luna inmensa que parecía girar. Dijeron que se trataba del reflejo de una explosión que había ocurrido en la provincia de la Rioja y que iba desplazándose. Me pareció una explicación algo extraña. Recuerdo que una vez, a las dos de la mañana, los camioneros que trabajaban en las Salinas Grandes, cerca de San Antonio de los Cobres, me dijeron que habían visto la esfera, pero más concentrada, en forma de luz. Luego la bola explosionó y ellos se asustaron mucho".

¿Un nuevo Roswell?

El jueves 17 de agosto de 1995, a las 13:45 horas, miles de personas en 300 km. a la redonda vieron una bola de fuego desplazándose por los cielos de la provincia. El objeto volador, que algunos describieron como "plateado, muy grande, con forma de tubo largo", se desintegró antes de tocar el suelo, y sus restos, esparcidos por distintos lugares, arrasaron la vegetación y dejaron profundos surcos en las laderas de las montañas. Antes de desaparecer se escucharon dos violentas explosiones.

El impacto fue tan fuerte que en Joaquín González, una ciudad situada a 145 km. de la capital salteña, se registró un temblor relativamente intenso. Un vecino de esta población logró fotografiar el instante en que el objeto caía del cielo, mostrando una estela de humo irregular y vertical. En las imágenes se aprecia un artefacto oscuro. Otros pudieron grabarlo en vídeo. Casi simultáneamente al momento de la explosión, en Rosario de Lerma, situada a 300 km. del lugar de los hechos, un grupo de rescate se preparaba para averiguar lo ocurrido.

En un primer momento, los integrantes del equipo pensaron que se trataba de un avión estrellado sobre el cerro Crestón, de 3.370 metros de altura. Allí encontraron hierbas y piedras quemadas. Con unos prismáticos vieron un objeto metálico que brillaba bajo los rayos del sol. Pero un comunicado por radio avisó al grupo para que interrumpiera la búsqueda y regresara a Rosario de Lerma, informó la revista Gente, a través de su enviada especial Martha Wierzbicki Posse.

La periodista también afirmó que, después del impacto, varias camionetas todo terreno, conducidas por personas que hablaban en inglés, llegaron a la zona. Según el testimonio de los lugareños, los integrantes de aquel grupo fueron los únicos que pudieron transitar libremente y acceder hasta el lugar donde cayeron fragmentos del objeto volador. Con ellos iban personas de la Universidad de Salta y del Centro Atómico regional.

Un empleado de la universidad, que pidió a Wierzbicki no ser identificado, dijo que los técnicos se habían llevado "grandes pedazos de material metálico, de poco grosor, similar a un papel de aluminio, pero muy consistente. Cuando la prensa local comenzó a hablar del tema se nos ordenó decir que era un meteorito y que mostráramos un pedazo de roca". El informante no rechazaba la posibilidad de que el objeto fuera un resto de satélite, pero descartaba totalmente la hipótesis del meteorito.

No deja de ser curiosa la aparente similitud entre dichos restos y los que aparecieron tras el incidente de Roswell (EE UU). "No estoy hablando de marcianos o de platillos volantes, pero no sabemos qué era aquello, aunque fuimos varios los que vimos el objeto y oímos la explosión", declaró Antonio Galvagno, un piloto experto en fumigaciones.

Antonio sobrevoló durante varios días el lugar del impacto y aterrizó en seis fincas para recoger testimonios. En una hondonada observó una franja de vegetación quemada, "como si algo hubiera derramado una línea con combustible al que se hubiera prendido fuego". Al día siguiente volvió a sobrevolar la zona, pero su avión sufrió una avería, los controles no le respondieron y tuvo que realizar un aterrizaje forzoso.

Relatos de los indígenas

La región del valle y las montañas Calchaquíes es, después del Tíbet, la más alta del planeta. Allí, en la localidad de Los Molinos, conocí a Santo Agostín Sandoval, un indígena de 30 años que recordaba las historias de su pueblo. "Nuestros antepasados sabían por las profecías que los españoles iban a llegar. Hicieron un caserío a 50 km. de aquí, en Tacuí. Es como un fuerte con pircas (muros) de hasta tres metros de ancho y tenía una trampa: un puente que al pisarlo caía al vacío. De allí surge una luz a la que llamamos el Farolito. Mis abuelos y mis tatarabuelos la han visto", me contaba Agostín. El indígena me tenía reservada otra sorpresa, un relato revelador: "Hace muchos años, en 1992, vi tres platos que volaban sobre Ovejería. Yo estaba a unos 3.600 metros, cerca de Cafayate, en un lugar muy seco. Otros lugareños también los vieron. Tenían forma de disco, con un redondel en el medio. Uno, el más brillante, era blanco; la gente decía que el otro era como la luna, pero rojo. En pocos minutos alumbró todo. El tercero era amarillo y volaba más lejos".

miércoles, 22 de diciembre de 2010

EL ROSWELL ARGENTINO ¡¡

El caso Roswell argentino

Medios de comunicación de diversas partes del mundo bautizaron con el nombre de "El caso Roswell argentino", la supuesta caída en 1995 de un ovni en Joaquín V. González.

El reporte sobre los acontecimientos se conocieron el 17 de agosto de ese año. En aquel tiempo, Antonio Galvagno se encontraba almorzando junto a su esposa, cuando alrededor de las 13.47 se escuchó en todo el pueblo una gran explosión.

Galvagno se asustó creyendo que se trataba de un temblor, pero fue grande su sorpresa cuando junto a cientos de vecinos de González divisó en el cielo una gran franja de humo, lo que los hizo pensar en la caída de un avión o un meteorito.

Galvagno es piloto civil y se dedica a la fumigación. Por lo que con un avión ultraliviano biplaza que utilizaba para tal fin inició inmediatamente un patrullaje.

El lugar de la caída se había producido en una extensa y accidentada zona conocida como la Serranía Colorada. El aviador describió la columna de humo como "una nube de hollín, con partículas metalizadas. Ese día la búsqueda se desarrolló sin novedad. No encontré nada".

Galvagno dedicó los siguientes 15 días a la búsqueda, pero sin resultados positivos.

Durante los días posteriores, según su relato, se reunió con un grupo de unas personas pertenecientes a Gendarmería Nacional. "Ellos me prohibieron que continuara la búsqueda, que hiciera cualquier tipo de investigación y que sobrevolara la zona", explicó Galvagno, quien junto a varias decenas de vecinos llevaba adelante una investigación.

"La noticia trascendió a los medios televisivos, gráficos y radiales de todo el país como el ciclo que por aquel entonces conducía Susana Giménez, Jorge Ginzburg, Telenoche, Crónica, revistas como Gente, que envió periodistas a la zona, entre otros", relató el piloto.

OVNI EN COLON ?

Un cronista de Colón Doce recibió el aviso que un posible OVNI estaría asentado a unos quinientos metros del suelo en cercanías de calle 17 y 42. Antes de llegar puede divisar una esfera del tamaño de una pelota de fútbol y que se mueve rápidamente. El único recorrido que se puede apreciar es de unos cien metros en línea recta y nuevamente queda suspendido en el aire. El cronista busca que alguien sea testigo junto a él de la extraña aparición. Solamente encuentra el sereno de la estación de servicio de calle 42 y 17 de apellido Peréz.

Los dos en soledad observan la esfera por más de cinco minutos. El Objeto No Identificado parpadea y despide rayos verdes, celestes y rojos.

La conversación entre el sereno y el periodista gira sobre que es la extraña esfera. Se toman puntos de referencia y se observa la “luz” como si estuviera delante de las estrellas. El cronista trata de ir a otro punto de la ciudad, para observar desde un ángulo distinto la aparición, y cuando trata de ubicar el objeto el mismo había desaparecido.

Otras pariciones en la región

En Venado Tuerto apareció un “ovni” en Calle Uruguay de Venado Tuerto que sería de similares características a las de Colón.

Los medios periodísticos de esa ciudad y de Rufino indican que suman día a día los testimonios de quienes aseveran haberlo visto y la vigilia de aquellos que con cámaras en mano y grabadores han logrado “fotografiar” el hecho paranormal de la aparición de la “luz” y las consecuencias sobre lo electrónico.

Los relatos de los que vivieron la experiencia y el no poder explicar el fenómeno, abre un interrogante digno de estudio, por aquellos que con la sapiencia suficiente dicen “entender” sobre los extraterrestres.- Los periodistas venadenses dicen “No quisimos en ningún momento “fabricar” una nota, sino que ante la existencia del hecho, no hicimos mas que las veces del “cartero” que trae la noticia: aunque podemos sumar experiencias personales sobre la aparición de luces en el firmamento en la misma madrugada del Jueves, siendo las 05.45 am; momento en el que nos sorprendió el viaje estelar de una “luz” con dirección oeste/norte.” (sería la misma vista en esa ciudad) Debemos recordar lo ocurrido en A. Castellanos y la a parición nocturna de un Ovni que conmocionó la ciudad También existen testigos sobre la aparición diaria de “supuestos” ovnis , sobre Laguna La Picaza , en zona de bombeo , con luces multicolores y sin emitir sonido , que se posan sobre las aguas y desaparecen elevándose hacia el firmamento.

Hay que recordar que en el 2002 hubo una ola de aparición de OVNIS en esta ciudad que fueron vistas por cientos de personas. Los objetos no identificados sobre todo se “aparecían” en proximidades del Lago Municipal o el Canal Colón.

jueves, 28 de octubre de 2010

El Caso Betty Y Barney Hill

El Caso Betty Y Barney Hill

En Septiembre de 1961 un matrimonio americano afirmó haber sido llevado a bordo de un OVNI y examinado detenidamente por sus ocupantes. El relato de los hechos conmocionó, cinco años después, a todo el mundo occidental, y pronto comenzaron a salir a la luz casos similares que pusieron de relieve la existencia de una realidad hasta ese momento casi totalmente ignorada. Tras la experiencia del matrimonio Hill la ufología tuvo ante sí una nueva pieza por la que empezar a componer el gran rompecabezas de los OVNIs.



Al terminar la década de los cincuenta la historia moderna de los OVNIs parecía haber alcanzado su clímax. Los OVNIs ya no eran sólo aquellas luces difuminadas que se limitaban a surcar nuestra atmósfera, ni tampoco los, en general, elusivos extraterrestres de los primeros aterrizajes; por el contrario, nos encontrábamos en la avanzada fase de los «contactados», en lo que J. Allen Hynek denominó Encuentros Cercanos del Tercer Tipo. En definitiva, los extraterrestres habían entrado ya en contacto –aunque no necesariamente físico– con los terrestres y nosotros, impresionados por esos contactos de quienes considerábamos nuestros hermanos mayores del cosmos, esperábamos de ellos la solución a todos nuestros graves problemas.

Y fue entonces cuando ocurrió algo que cambió todas las expectativas; porque fue entonces cuando se conoció la experiencia del matrimonio Hill, un caso que, por sus características, obligó a Hynek a establecer una nueva y más próxima tipología de contacto. Y los denominó Encuentros Cercanos del Cuarto Tipo. Esto es, las llamadas «abducciones».

El caso Hill es, por tanto, el primer caso conocido de abducción y, con ser el primero, o precisamente por serlo, es también el más y mejor documentado. Y es, además, un caso realmente paradigmático, hasta el punto de que los posteriores casos de abducción parecieran haberlo tomado como modelo.

Veamos, pues, con el relato de la inquietante historia del matrimonio Hill, qué es, en todos sus matices, una abducción.

A Portsmouth Por La U.S.3


Ocurrió la noche del 19 al 20 de Septiembre de 1961. Barney Hill y su esposa Betty Miller regresaban de Canadá, donde habían pasado unos días de vacaciones. El Chevrolet Bel Air que conducía Barney avanzaba por la zigzagueante U.S.3, la carretera nacional que lleva a Portsmouth, localidad donde los Hill tenían su residencia.

-Antes de las tres de la madrugada habremos llegado -precisó Barney.

La radio del coche, entre ráfagas de música, había advertido de la presencia de un huracán que parecía dirigirse a la zona del Estado de Vermont, donde ellos se encontraban.

-Todo tan solitario..., y ese huracán... -comentó intranquila Betty.

Barney, que intentaba tranquilizarla, añadió:

-Estamos cerca de Colebrook. Allí podremos comer algo.

Fue una colación rápida porque Betty, cada vez más agitada, deseaba llegar lo antes posible a casa.

Cuando al salir del restaurante Betty subió al coche, miró el reloj. Eran la diez y cinco minutos. Quedaban por recorrer 274 kilómetros. Pero la carretera era ahora más recta y permitía una mayor velocidad.

Y Barney, ante el gesto de su esposa, insistió:

-No te preocupes; antes de las tres estamos en casa.

La luna, enorme y brillante, iluminaba la carretera y Barney fue ganando tiempo. En el coche todo era silencio. Delsey, la perrita de los Hill, dormía en el suelo del coche, a los pies de Betty. Y ésta empezaba ya a adormilarse cuando...

-¿Ves esa luz, Barney?

Y Barney, distraído:

-Sí, llevo un rato viéndola. Seguramente es un satélite.

Pero la luz, inicialmente lejana y con una velocidad constante, pareció girar y se fue agrandando.

-Creo que se dirige hacia aquí... -se inquietó Betty.

Y en ese instante, despertando, Delsey inició un gemido medrosa. Detuvieron el auto y, en tanto Betty paseaba a Delsey, Barney enfocó unos prismáticos en dirección a la luz, que mantenía ahora una dirección errática. Finalmente, volvieron al coche. Barney, inconscientemente, aumentó la velocidad. También él empezaba a presentir una extraña amenaza. Una amenaza que se iba materializando porque aquella luz, ahora más cercana, mostraba una figura alargada envuelta en un juego de colores parpadeantes que iban del rojo al naranja y, luego, del verde al azul. Y aquel objeto –un objeto material, sólido, sin parecido alguno con cualquier nave terrestre– se ciñó al coche y lo fue siguiendo. Era un objeto enorme, amedrantador. Delsey gemía inquieta. Y el objeto, ahora enfrentando el coche, había dejado su juego de luces cambiantes y se mostraba cegadoramente blanco. Betty, que parecía fascinada por la belleza de la luz que desprendía el objeto, gritó a Barney:

-¡Detente! ¡Nunca has visto una cosa así!

Barney llevó el coche a un lado de la carretera y, dejando el motor en marcha, bajó. Enfocó los prismáticos y...

John G. Fuller, a quien debemos casi toda la documentación de este caso, describió ese momento cumbre con estas palabras:


«En tanto Barney miraba a través de los prismáticos, el enorme objeto su diámetro tenía la misma anchura que la distancia entre dos de los postes del teléfono a lo largo de la carretera dio silenciosamente una vuelta completa sobre la carretera, quedando sólo a unos treinta metros de distancia de ellos. La doble hilera de ventanas de aquel objeto era ahora perfectamente visible».

«Barney estaba muy asustado, pero, sin saber por qué, cruzó la carretera, se adentró luego por el campo y avanzó directamente hacia el objeto. Ahora, el enorme disco estaba inclinado en ángulo hacia Barney; dos proyecciones, semejantes a aletas de pez, salían por ambos lados, y tenían luces rojas en los extremos. Las ventanas parecían convexas y se extendían en torno al perímetro del disco grueso y en forma de torta. Seguía sin oírse el menor ruido. Lleno de agitación, pero poseído todavía de un irresistible impulso de acercarse más y más al vehículo, Bamey continuó avanzando por el campo, llegando a sólo quince metros de distancia del objeto, que había descendido hasta la altura de las copas de los árboles. Barney no calculó su tamaño, pero se dijo que era tan grande como un avión de pasajeros de propulsión a chorro, o mayor quizá.»

Betty, al borde de la histeria, gritó a Barney que volviera, pero, prosigue Fuller en su libro El viaje interrumpido (1966):

«Detrás de las ventanas, Barney ve las figuras; por lo menos media docena de seres vivos. Parecían estar apoyados contra las ventanas transparentes, mientras el objeto descendía hacia él. Estaban agrupados, mirándole. Advirtió vagamente que iban de uniforme. Betty, a casi sesenta metros de distancia, le gritaba desde el coche, pero Barney no recuerda haberla oído.»

A partir de ese momento, posado ya el objeto en el suelo, Barney intuyó –lo intuyó con la fuerza de una certeza– que iba a ser raptado. Y sintió terror, pánico. Temblando, arrancó sus pies, que parecían atornillados al suelo, y salió huyendo en dirección al coche. Subió en él y, al tiempo que arrancaba, pidió a Betty que mirara por la ventanilla. El pobre Barney estaba al borde de la histeria y temía ser perseguido por aquel objeto. Betty dijo luego que miró y no vio nada. El objeto, aparentemente, había desaparecido, pero cuando miró hacia arriba todo era oscuridad, no había estrellas y Betty sintió el escalofrío de saber que el objeto estaba sobre ellos. Y, en efecto, el coche empezó a vibrar y Betty y Barney, también Delsey, que se puso a gemir casi histéricamente, oyeron un extraño bip-bip de timbre electrónico. Y ambos comenzaron a sumirse en una cosquilleante somnolencia. A partir de aquel momento, quedaron como cubiertos por una especie de neblina.

Algo más tarde, aunque no supieron decir exactamente cuándo, el bip-bip volvió a sonar y a medida que el segundo bip se iba haciendo más sonoro, los Hill fueron recuperando lentamente la conciencia. Seguían en el coche que Barney conducta a una velocidad normal. «Al principio –dijo Betty– permanecimos en silencio; luego yo pregunté a Barney: "Y ahora, ¿qué ?¿Crees ahora en los platillos volantes?: A lo que Barney repuso: "¡No digas tonterías! ¡Naturalmente que no!»

Y volvió a hacerse el silencio y los Hill tan sólo salieron totalmente de su somnolencia al llegar a la autopista nueva, a la U.S.93. En ella un letrero indicaba que a 17 millas (unos 27 kilómetros) se encontraba la ciudad de Concord. Y fue entonces cuando los Hill se percataron de que habían recorrido cincuenta y seis kilómetros –de Indian Head a Ashland– sumidos en la inconsciencia.

Cuando los Hill llegaron a casa, en Portsmouth, Estado de New Hampshire, estaba ya amaneciendo y, extrañados, miraron la hora, pero sus relojes se habían parado. El de la cocina indicaba las cinco y unos minutos de la madrugada.

Y Barney comentó:

-Parece que hemos llegado un poco más tarde de lo que habíamos previsto.

Los Sueños De Betty


Cuando, ya en casa, los Hill bajaron del coche se habían hecho la promesa de no decir nada a nadie. ¿Quién podía comprender tan extraña aventura? Y no tenían interés ninguno en ser tildados de locos.

-Mejor será que lo olvidemos todo -concluyó Barney.

Pero pronto los hechos empezaron a imponerse. Así, Barney vio asombrado que la parte superior de la punta de sus zapatos –nuevos y relucientes cuando se los puso al iniciar viaje de regreso en Canadá– estaban gastadas, como si alguien las hubiera arrastrado. Y vio también que los bordes de las perneras de sus pantalones, así como los calcetines, estaban llenos de agujas de pino. Betty, por su parte, se sentía sucia, como si algo gelatinoso la hubiera cubierto. De manera que, tras tomar un baño, nerviosa, llamó a su hermana y le contó lo ocurrido. Pensó que esto la aliviaría y tratándose de su hermana no incumplía el pacto de silencio acordado con Barney.

Janet, la hermana de Betty, que creía firmemente en los OVNIs porque estaba convencida de haber visto uno, alertó a Betty indicándole que esa sensación de suciedad podía ser contaminación radiactiva. Y contó cuanto sabía de los posibles campos electromagnéticos irradiados por los OVNIs. Por ejemplo, lo primero que Betty debía hacer era inspeccionar con una brújula el exterior del coche; si la aguja de la brújula se volvía loca en algún punto de la carrocería era que estaba radiactivada. De manera que Betty, más asustada ahora, pidió a Barney que buscara por los cajones la brújula que un día, ya lejano, compraron. Barney, tras resistirse unos minutos, fue finalmente a por la brújula. Y Betty, casi histérica, recorrió con ella la chapa del coche, ahora húmeda por una ligera lluvia. Y en la parte posterior, de donde habían procedido los bips, Betty vio varias manchas brillantes. Eran unas extrañas manchas perfectamente circulares y del tamaño de un dólar de plata. Y en esos lugares, para asombro y mayor terror de Betty, la aguja de la brújula se agitaba sin control.

Los Hill tenían alquilado el piso alto de su casa, y esos vecinos, alarmados por la agitación de Betty, bajaron a saber qué ocurría. Luego, Betty telefoneó a su hermana y le contó una y otra vez cuanto había ocurrido con la brújula. Evidentemente, resultaba ya imposible mantener el secreto de su extraña aventura y, finalmente, Barney accedió a que Betty –cumpliendo el consejo de Janet– se pusiera en contacto con la cercana base aérea de Pease.

Tras hablar con el comandante de la Base Aérea, Barney, ya más interesado en el suceso, pidió a Betty que hiciera un minucioso relato de cuanto había ocurrido. El haría otro tanto, pero por separado, evitando todo comentario. Y el resultado fueron dos relatos muy similares.

En este punto fue cuando Betty empezó a leer todo cuanto se había escrito en torno a los OVNIs. Y entre los libros que leyó le interesó especialmente El complot contra los platillos volantes del comandante Donald Keyhoe. Este dirigía entonces el NICAP, un centro de investigación del fenómeno OVNI. Y Betty, conociendo la seriedad del NICAP, escribió a Keyhoe contándole su caso. Y en esa carta, por primera vez, Betty revelaba que su marido decía haber visto extraterrestres que le contemplaban desde la nave.

Días después de haber escrito la carta, Betty empezó a tener sueños terriblemente lúcidos. Y todos ellos se referían a los acontecimientos que había vivido en la nacional U.S.3. Eran sueños terribles, llenos de hechos dramáticos. Así, soñó que seres surgidos de la nave la sacaban del coche. Esos hombres, todos ellos iguales y uniformados en el sueño, la llevaban al interior de aquel extraño objeto y allí –en ese punto los sueños pasaban a ser horrible pesadilla– la sometían a unos abominables reconocimientos médicos.

Los sueños se sucedieron y, en parte repitieron, durante cinco días; luego cesaron. Y Betty, que al principio había guardado silencio, finalmente los escribió con todo detalle y se los dio a leer a Barney. Este no pareció dar excesiva importancia a las pesadillas de Betty, pero esos textos adquirieron especial importancia dos años después.

A La Búsqueda De Dos Horas Perdidas


Entretanto, y todavía en el mismo año 1961, exactamente el día 19 de Octubre, Walter Webb, profesor del Planetarium de Hayden, en Boston, recibió una carta de Richard Hall, secretario entonces y posteriormente subdirector del NICAP (National Investigations Committee on Aerial Phenomena, con sede en Washington). Hall, en la carta, pedía a Webb que investigara el caso de los Hill, un caso que consideraba importante. Hall unía a su carta laque Keyhoe había recibido de Betty.

Webb se trasladó a Porstmouth y entrevistó a los Hill durante más de seis horas. Fue un interrogatorio duro, agotador, pero no hubo contradicciones; todo le pareció fidedigno a Webb, porque en su informe a Hall concluía con una afirmación rotunda: «Mí opinión, después de interrogar a esta pareja y de estudiar sus reacciones y caracteres, es que contaban la verdad y que el incidente ocurrió exactamente como ellos me lo contaron».

El informe de Webb, un científico con fama de meticuloso y veraz en sus investigaciones, impresionó a otros dos investigadores: Robert Hohman, escritor especializado en temas científicos, y C. D. Jackson, destacado ingeniero electrónico.

Ambos se interesaban en el tema OVNI, pero sin dar mucho crédito a las tesis extraterrestres. No obstante, la aventura de los Hill les resultó tan interesante que no dudaron en hablar con Keyhoe y, finalmente, convencidos por éste de la importancia del caso, se trasladaron a Portsmouth.

La entrevista de los dos científicos con los Hill tuvo lugar el 25 de Noviembre y en ella estuvo presente el comandante James McDonald, oficial de las Fuerzas Armadas norteamericanas, que era amigo íntimo del matrimonio. Fue una entrevista –como la de Webb– casi policíaca, una entrevista que se prolongó desde el mediodía hasta la medianoche, pero que, con ser tan dilatada como rigurosa, al final toda la atención quedó centrada en aquellas dos horas de retraso en el viaje, algo que hasta entonces había casi pasado desapercibido.

«Súbitamente me sentí como petrificado –comentó más tarde Barney– cuando ante las preguntas de esas dos personas advertí por primera vez que, a la velocidad que suelo conducir, hubiéramos debido llegar a casa por lo menos dos horas antes. Normalmente tardo menos de cuatro horas en venir de Colebrook hasta aquí, y sabemos que aquella noche salimos a las diez y cinco. Eso, aún contando con la parada que hicimos en la carretera y teniendo en cuenta que nunca estuvimos parados más de cinco minutos.»

«Aquella tarde –escribió Fuller en su libro El viaje interrumpido a los ojos del grupo reunido en el cuarto de estar de los Hill, esas dos horas se convirtieron en un misterio importante. Los Hill intentaron resolverlo, pero lo cierto es que les fue imposible explicar qué habían hecho durante ese tiempo; tampoco recordaban lo ocurrido durante los cincuenta y seis kilómetros que hay entre Indian Head y Ahsland. Ahora se sentían más perplejos y confusos que nunca.»

Y fue McDonald quien, entonces, aconsejó a sus amigos, los Hill, que recurrieran a la hipnosis. «En cierto modo –argumentó el comandante McDonald– habéis sufrido un trauma violento, parecido al del soldado que no puede hacer frente a la batalla, circunstancia que suele producir amnesia temporal y que, muchas veces, ha sido tratada con éxito mediante hipnosis médica.»

Hohman y Jackson se mostraron de acuerdo con McDonald. Y llegaron a más: ante la necesidad de un hipnólogo de confianza, se ofrecieron a ser ellos quienes lo buscaran.

La Enfermedad De Barney


Pero Hohman y Jackson no acababan de encontrar el hipnólogo adecuado y así fueron pasando los meses. Ya en Febrero de 1962 Betty y Barney iniciaron una serie de viajes al lugar del incidente. Fueron meses de peregrinaje. Al principio iban dos o tres veces al mes e inspeccionaban el lugar de los hechos, intentaban recordar... Pero el éxito fue casi nulo y posteriormente fueron espaciando los viajes.

Como era de esperar, los Hill iban siendo víctimas de la creciente tensión que en ellos generaba el incidente. Tenían una historia inacabada que no podían dejar a un lado; no podían ya limitarse a olvidar. Así, ambos fueron generando un estado de angustia que, a Barney, le provocó una hipertensión y serios trastornos estomacales que degeneraron en úlcera de duodeno. Empezaron a salirle también una serie de verrugas en la zona de la ingle, que formaban un círculo casi perfecto. Todo esto llevó a Barney a la consulta de un médico, el doctor Patrick J. Quirke. Pero éste, aun conociendo el incidente que los Hill habían vivido en Indian Head, recomendó dejar para más adelante las sesiones de hipnosis regresiva que Barney le pedía.

Pero Barney no mejoraba; por el contrario, su tensión era más alta, cosa que esta vez él atribuyó a su trabajo nocturno y ala ausencia de sus hijos, que vivían ahora en Filadelfia. El mismo doctor Quirke le recomendó que visitara a un psiquiatra amigo –Duncan Stephens– que vivía cerca de Portsmouth. Y así lo hizo Barney en el verano de 1962. Pero esta vez Barney nada dijo del incidente de Indian Head; se limitó a narrar sus problemas emocionales y sociales. De manera que el doctor Stephens dirigió su atención a los conflictos que en su niñez y juventud había tenido que vivir Barney debido al color negro de su piel. Y también a los que había generado el que hubiera tomado a una blanca por esposa. Y cuando, meses después de esa terapia, Barney le habló del incidente de Indian Head, que le seguía atormentando, el doctor Stephens lo consideró secundario, algo casi anecdótico dentro de la terapia.

En el verano de 1963, un año después de haber iniciado el tratamiento de Barney, el doctor Stephens dio a éste un descanso, considerando que había recuperado casi totalmente su equilibrio emocional. Y, en efecto, Barney se encontraba mejor. También Betty, a la que los sueños no atormentaban ya. Pero ambos seguían opinando que algo oscuro permanecía agazapado, pronto a saltar, en lo más íntimo de su ser y que quizás todo hubiera ido mejor si Stephens no se hubiera negado también, como el doctor Quirke, a someterles a unas sesiones de hipnosis.


La Hipnosis Regresiva


Entretanto, los avistamientos de objetos volantes no identificados se seguían produciendo, de forma creciente en la zona de Portsmouth. Por esta razón, ya en Septiembre, los feligreses compañeros de los Hill invitaron a Barney a que explicara en la iglesia cuanto les había ocurrido en Indian Head.

En la reunión de la parroquia, junto a Barney, había sido también invitado a hablar el capitán Ben Sweet, de la cercana Base Aérea de Pease, hombre conocido en el Estado por sus estudios hipnóticos.

El capitán Sweet se interesó vivamente en la historia de los Hill y, por sus conocimientos en hipnosis, consideró que era preciso utilizarla para descubrir qué había ocurrido en esas dos horas de amnesia que tanto atormentaban a Betty y a Barney.

Movido por el capitán Sweet y por la, ahora, mayor insistencia de Barney, el doctor Stephens aceptó finalmente esas sesiones de hipnosis; pero, aún así, aconsejó a Barney que consultara antes al doctor Benjamin Simon, conocido psiquiatra y neurólogo de Boston, especialmente famoso por sus estudios y prácticas de hipnosis durante la Segunda Guerra Mundial.

Y así, el 14 de Diciembre de 1963, los Hill iniciaron sus consultas con el doctor Simon. Y con esa consulta inicial, ese día, surgía una nueva era en la explicación y en el tratamiento en los contactos entre terrestres y posibles seres del espacio.

Durante un tiempo el doctor Simon fue recogiendo todo el material de vigilia que los Hill pudieron transmitirle; les fue preparando también para el trance hipnótico con sesiones que comportaban órdenes post-hipnóticas y, finalmente, el 22 de Febrero de 1964, inició las auténticas sesiones de hipnosis regresiva. Sesiones a las que semanalmente fue sometiendo a Betty y a Barney. Fueron, en total, seis duros meses de sesiones y en los primeros meses tanto Betty como Barney tuvieron que vivir el desasosiego de no saber qué decían en las sesiones, porque el doctor Simon les daba la orden de no recordar. Y esto a fin de que uno no influyera en el otro relatándose cuanto iban diciendo hipnotizados en torno a lo acaecido en Indian Head.

Sólo semanas antes de terminar las sesiones el doctor Simon dejó escuchar a los Hill las cintas que había grabado en las sesiones de hipnosis regresiva. Y esto para completar lagunas con hechos recordados o con hechos que la hipnosis había hecho aflorar al consciente.

Imposible dar a conocer aquí, en el papel, con toda su fuerza emotiva, los estados anímicos vividos por los Hill en sus momentos de abreacción hipnótica: lloros angustiados, alaridos, terribles jadeos... Porque una hipnosis regresiva no es un espectáculo de feria, es un vómito de la conciencia. El vómito de todo aquello que mantenemos oculto, enterrado en el cementerio de nuestro subconsciente. Todo cuanto nos daña y aterroriza y hemos inhumado pero... que todavía sigue vivo, actuando, persiguiéndonos desde ese más allá que se encuentra debajo de toda losa funeraria.

Me limito, por tanto, a narrar los hechos que, bajo hipnosis, dijeron haber vivido Betty y Barney. Y añado sólo que antes de escuchar las cintas grabadas, cuando todavía desconocían el contenido de las sesiones, el material de uno y otro coincidían en lo sustancial. No parece, pues, que hubiera transferencia entre ellos; pero, en todo caso, he aquí lo que uno y otro dijeron que había ocurrido en esas dos horas de su viaje de la que nada recordaban.

El Rapto


Bajo hipnosis, Barney volvió mentalmente al lugar y al tiempo que marcaban la frontera de cuanto recordaba. Volvió, por tanto, a Indian Head y al momento en que temblaba ante la mirada fija que adivinaba en el extraterrestre que se encontraba en la nave. Y entonces, bajo hipnosis, volvió a estremecerse:

-¡Hay un hombre ahí dentro! Es... es... ¿es el capitán? ¿Qué es? Me... me está mirando.

Y Barney contó entonces la forma extraña en que el hombre le miraba. Sentía la impresión de que quería decirle algo.

-Me dice algo así como que no tenga miedo, que siga donde estoy.

Pero Barney, en hipnosis, se vio corriendo, huyendo de aquella mirada que le aterrorizaba

-Subí al coche y salí a toda velocidad. Pero no estoy en la carretera principal. Creo que el sonido... esos bip-bip me han llevado hacia el bosque

Y allí, en el bosque, ante el coche que se había detenido, que no podía volver a poner en marcha, se encontraba un grupo de aquellos extraños seres.

Betty, por su parte, sin conocer el relato de Barney, repitió la misma historia en casi todos sus detalles. Y, corroborando futuras hipnosis de Barney, añadió que aquellos seres se lanzaron hacia ellos. Ella intentó huir, pero fuera, junto a la ventanilla del coche, impidiéndole el paso, estaba uno de ellos.

Y uno y otro, Betty y Barney, narrando idénticas vivencias, fueron explicando que les sacaron del coche. A Barney, que parecía dormido, le llevaban arrastrando, sujetándole por los brazos; de ahí las rozaduras en las partes altas de las puntas de sus zapatos

-Le grito a Barney -dijo Betty-, le digo que despierte, pero no me hace caso. Y, entonces, el hombre que va a mi lado me dice: «¡Ah!¿De modo que se llama Barney». Y fue entonces cuando miré a aquel hombre y me dije que a él aquello no le concernía, pero no le dirigí la palabra. Entonces, seguimos andando y yo intenté despertar a Barney otra vez. Repito una y otra vez: «¡Barney, Barney, despierta!». Pero él no se despierta. Y el mismo hombre me dice otra vez: «¿Se llama Barney?» Y yo seguí sin responderle. Y él me dijo: «No tenga miedo, no tiene usted motivo alguno para asustarse, no les haremos el menor daño. Sólo queremos hacer ciertos experimentos. Y cuando los experimentos terminen les llevaremos a usted y a Barney al coche y les dejaremos en él».

A la pregunta del doctor Simon sobre si aquel ser hablabla inglés Betty afirmó que sí, que uno de ellos hablaba inglés; un inglés extraño, como el de un extranjero.

Y narró luego que la llevaron a una rampa, por la que subió a la nave. Quienes llevaban a Barney, que parecía seguir inconsciente, entraron tras ella, pero se dirigieron a otro lugar; le llevaron pasillo adelante. Y, ante la inquietud de Betty, el que hablaba inglés le dijo que no temiera, que les separaban porque sólo tenían aparatos para una persona en cada habitación.

Barney, por su parte, recordó ese momento con la sensación de que se encontraba extremadamente débil:

-Tengo miedo de abrir los ojos. Me han dicho que los mantenga cerrados. No debo abrirlos. Me da miedo... me van a operar.

-¿Operar? ¿Porqué piensa que le quieren operar? –preguntó el doctor Simon.

-He abierto los ojos y veo una sala de operaciones. Estoy tumbado. Tengo miedo y vuelvo a cerrar los ojos... y siento frío en la ingle..., como si... y ahora me están poniendo algo en un oído. Siendo niño también el médico me puso algo en ese oído. Pero no siento dolor.

-¿Le están operando?

-No. Siento que me examinan, me tocan... el cuerpo, la boca... Y yo abro los ojos, me han dicho que no los abra y pienso que no los voy a abrir, que así todo irá mejor...

Al tiempo, en la otra habitación, también Betty estaba siendo sometida a examen: tomaron muestras –simples partículas– de su piel, le examinaron ojos, boca, dientes, garganta, oídos..., recogieron serosidades, así como le cortaron también algunos cabellos, que guardaron.

-¡Y me dice que me quite el vestido, me dice que me quite el vestido!

Betty, a la que desnudaron, fue llevada a un taburete, donde la inspeccionaron exhaustivamente con agujas que, explicó, estaban conectadas a una pantalla. Y ellos le dijeron que la estaban estudiando el sistema nervioso.

-¡Y ahora dice que quiere pincharme el ombligo! Que no es más que un experimento. Y me echo a llorar y le digo: «Me duele, me duele, ¡sáquela, sáquela!». Y el jefe, el que parece mandar, me tapa los ojos con la mano y me dice que todo irá bien, que no sentiré nada. Y el dolor desaparece, pero todavía me escuece donde me pincharon con la aguja...

A una pregunta del doctor Simon, Betty respondió que no la agredieron sexualmente:

-No. No lo hicieron. Y yo le pregunté al jefe: «¿Porqué ?¿Porqué me metieron la aguja por el ombligo?». Y él me dijo que era para comprobar si estaba embarazada.

El Mapa Celeste


Cuando el médico se fue, Betty se quedó a solas con el jefe:

-Yo le estaba agradecida porque me había quitado el dolor y porque él no me producía ningún miedo... Y le dije que aquello había sido una experiencia para mí. Que nadie me creería jamás si lo contaba... Y que yo lo que necesitaba era una prueba de que todo aquello había ocurrido de verdad. Y el jefe se echó a reír y me preguntó qué clase de prueba quería. Qué me gustaría llevarme. Y le dije: Algo que pudiera llevarme y enseñar a la gente porque, entonces, me creerían. Y me dijo que mirara y viera si encontraba algo de mi gusto. Y miré... No había muchas cosas en aquel cuarto... Pero vi un libro en el armario. Un libro bastante grueso. Entonces, cogí el libro y le dije: ¿puedo llevarme esto? Y él me dijo que hojease el libro, y yo lo hice. Tenía páginas y estaban escritas. Pero la escritura era completamente distinta de todas las que conozco. Parecía casi como... no sé... la escritura no cruzaba la página, iba de arriba a abajo...

Betty, luego, dijo haber preguntado al extraterrestre –para ella no cabía duda ya que aquel ser no era terrestre– de dónde venía. Y él le mostró un mapa:

-Y había muchos puntos en él; estaban esparcidos por toda su superficie. Algunos eran pequeños como punzadas de alfiler. Y otros eran del tamaño de una moneda pequeña. Y había líneas, había líneas en algunos de los puntos. Eran líneas curvas que unían un punto con otro. Y había un gran círculo y muchas líneas que salían de él. Muchas líneas iban a otro círculo situado muy cerca, pero no tan grande. Y estas líneas eran gruesas. Y yo le pregunté qué querían decir y él me dijo que las líneas gruesas eran rutas comerciales y, luego, las otras líneas eran rutas hacia lugares adonde iban de cuando en cuando. Y me dijo también que las líneas de puntos seguidos eran rutas de expediciones...

Pero el interlocutor de Betty –el extraterrestre al que ella llamaba jefe– no le dijo cuál de aquellos puntos era su planeta, ni cuál era la Tierra. Pero esto a Betty no le importó demasiado, le importaba más seguir reteniendo el libro. Sólo que...

-Estamos otra vez en el pasillo. Barney está detrás de mí y tiene los ojos cerrados; y un hombre a cada lado. Y cuando yo ya empiezo a bajar la rampa, varios de los hombres, no el jefe, sino algunos de los otros, se ponen a hablar. No sé lo que están diciendo pero parecen muy excitados. Y entonces el jefe se me acerca y me quita el libro...

Betty dijo haberse puesto furiosa. Aquel libro era su prueba.

-Y él me dijo: «Si, ya sé. Y precisamente porque es una prueba los otros no quieren. Quieren que olviden lo que ha ocurrido, que lo olviden por completo».

Finalmente, los extraterrestres acompañaron a Betty y a Barney al coche. Barney seguía con los ojos cerrados y, también esta vez, se apoyaba en dos de sus raptores.

El Mapa Estelar De Marjorie Fish


En el consultorio del doctor Simon, Betty Hill, bajo sugestión post-hipnótica, dibujó el mapa celeste que le mostró (según ella) el jefe de los visitantes del espacio que la raptaron. Y fueron muchos –aficionados unos y profesionales otros– quienes intentaron encontrar sentido a ese mapa que no era sino –como puede verse en la reproducción que damos– simples puntos y líneas. Naturalmente, todos fracasaron. El mapa –dijeron– no tenía sentido.

No obstante, una institutriz de Ohio, Marjorie Fish, pensó que sí, que el mapa podía tener sentido, pero para ello era preciso estudiarlo desde un punto de vista distinto del que hasta entonces se había utilizado. Porque ella entendía que ese mapa debía verse desde la perspectiva del planeta de origen de quienes lo utilizaban, no desde la perspectiva de nuestro sistema solar. Y convencida de que este postulado era cierto, construyó una armadura tridimensional de la que fue colgando pequeñas esferas que simulaban soles. Y durante años las fue cambiando de lugar, buscando la perspectiva que le diera una disposición estelar igual a la del mapa dibujado por Betty. Un trabajo realmente arduo a pesar de que Marjorie Fish limitó su investigación a un radio de 50 años luz concentro en el Sol, lo que limitaba a 250 las estrellas a tener en cuenta.

Y Marjorie, finalmente, encontró una configuración muy similar a la que había dibujado Betty. Y la encontró porque se le ocurrió eliminar todas aquellas estrellas que por sus características no podían albergar en su sistema formas de vida análogas a las nuestras. Esto limitó la investigación a doce cuerpos celestes y el mapa que obtuvo fue el que reproducimos. Un mapa que desvelaba el lugar de procedencia de los alienígenas de los Hill. Ese lugar era Zeta 1 y Zeta 2 de la Constelación Retícula, una pequeña constelación visible únicamente desde el hemisferio sur.

Es de destacar que esas dos estrellas –Zeta 1 y Zeta 2– están situadas a 37 años luz de nuestro Sol y una y otra se encuentran separadas por una distancia de 0,05 años luz, una distancia lo suficientemente próxima como para aceptar que una civilización tecnológicamente más avanzada que la nuestra pudiera recorrerla frecuentemente con fines comerciales.

¿Era, pues, el mapa celeste de Marjorie Fish el que Betty dijo que le había mostrado el jefe de los seres del espacio que la raptaron? Entre otros, el físico nuclear Stanton T. Friedman estaba tan convencido de ello que pidió para Marjorie los 50.000 dólares que el semanario norteamericano The National Enquirer ofreció a quien aportase pruebas del origen extraterrestre de los OVNIS.

No obstante, posteriormente, el astrónomo Charles W. Atterberg, de Elgin, Illinois, elaboró un mapa que también se ajustaba al esquema estelar dibujado por Betty, sólo que utilizó para ello estrellas distintas a las que había encontrado Marjorie.

Y en fecha más reciente Carl Sagan y Steven Soter, dos nombres prestigiosos, utilizaron ordenadores para analizar el trazo de las doce estrellas seleccionadas por Marjorie y su conclusión ha sido descalificadora. Porque han mostrado que «si tenemos la intención de encontrar una correlación entre los dos mapas –el de Betty y el de Marjorie– seleccionando a su voluntad elementos de cada uno e ignorando otros, siempre tendremos éxito.

La Opinión Del Doctor Simon


Esta historia, que recoge las dos horas de amnesia de los Hill, fue luego matizada por ambos cuando escucharon las cintas. Así, Betty dijo no estar segura de que le hablaran en inglés, sino que lo oía en inglés. De todas formas, no hubo contradicciones, sólo precisiones. Y el doctor Simon, tras terminar las sesiones y, con ellas, el tratamiento, afirmó: «Ni la señora ni el señor Hill son enfermos mentales. Ambos, tanto bajo hipnosis como conscientes, han dicho lo que realmente creen que ha ocurrido. Pero, ¿ha ocurrido? ¿Es cierto lo que cuentan? Imposible saberlo, aunque pienso que puede haber cierta base inicial de realidad».

A fin de cuentas, lo que más le interesaba al doctor Simon era resolver las dolencias de los Hill y esto lo consiguió en gran medida. Pero no pudo evitar que al conocerse el contenido de las cintas con la narración en hipnosis de los acontecimientos supuesta o realmente vividos por los Hill, las personas que aseguraban haber sufrido abducciones empezaran a multiplicarse.

«Desde comienzos de la primavera de 1965 –escribió Fuller en 1966– ha ido aumentando constantemente el número de informes –procedentes de informaciones competentes– sobre apariciones de objetos volantes no identificados, muchos de los cuales parecen ser vehículos cuya estructura es muy parecida a la que describieron los Hill. Se trata, con frecuencia, de policías, oficiales militares, técnicos y hombres de ciencia y, desde comienzos de 1966, ha podido observarse que los hombres de ciencia han convertido su anterior escepticismo en interés y curiosidad. Algunos hombres de ciencia dicen, incluso, que si el fenómeno es puramente psicológico, el problema se vuelve aún más importante que si estos objetos fueran, realmente, vehículos de origen extraterrestre».

En efecto, el fenómeno OVNI es -en nuestros días se acepta ya plenamente que es- el más importante enigma a escala planetaria. Y no se trata ya, por tanto, de si hay o no hay OVNIs, sino de si los OVNIs son o no son físicos. Barney ha fallecido, pero Betty no sólo sigue creyendo que fue raptada por seres reales, tangibles, sino que está dedicando su vida a propagar esa creencia. Su leitmotiv es: «Yo fui raptada por extraterrestres». Pero, ¿lo fue?.

jueves, 21 de octubre de 2010

¿Tuvieron Los Nazis Contacto Con Extraterrestres?

¿Tuvieron Los Nazis Contacto Con Extraterrestres?

cuando las tropas aliadas tomaron Berlín encontraron insólitos planos y esquemas de armas secretas nazis. Aviones de ala circular, aeronaves de despegue vertical y minas volantes con apariencia de disco. Son los Platillos Volantes del III Reich. ¿Fueron esos diseños inspirados por extraterrestres?


Los expertos no se ponen de acuerdo sobre si los relatos de OVNIs nazis son o no desinformación paea distraer a los aliados.

«Por ser éste el último homenaje público que rindo a los héroes del nazismo chileno y a Rudolf Hess, he deseado revelar la existencia de los OVNIs hitleristas y las bases que ellos ya tienen también fuera del espacio terrestre. Esta revelación va dirigida no a los camaradas ni al público en general, quienes seguramente la tomarán como una fantasía, pues en su gran mayoría desconocen todo lo referente a este tema fundamental. La revelación tiene por objeto principal hacer conocer a nuestros enemigos, a los verdaderos gobernantes ocultos del Gobierno Mundial Secreto, que saben de 1a existencia de los OVNIs hitleristas y de sus bases extraterrestres, que nosotros también sabemos...».

Estas sorprendentes palabras encabezan el primer capítulo de un libro de título tan elocuente y explícito como Los OVNIs de Hitler contra el Nuevo Orden Mundial. Su autor no es un fanático irracional, un fascista violento, ni un cabeza rapada ignorante. La pluma responsable de esas afirmaciones es Miguel Serrano, uno de los escritores y diplomáticos más relevantes de la historia de Chile. Encabezó la representación política de su país, al frente de las embajadas de Chile en la India, Yugoslavia y Austria, y en la actualidad es uno de los mayores ideólogos del movimiento neonazi en todo el mundo.

¿Cómo es posible que un intelectual de estas características pretenda que el III Reich poseyera platillos volantes con bases extraterrestres fuera del planeta? ¿Se trata de un loco visionario? En absoluto...

Prototipos Discoidales Alemanes

El caza-cohete con ala delta Messerschmitt Me-163 desarrollado por Alexander Lippisch.

Cuando aliados y soviéticos se repartieron los archivos secretos alemanes, tras la caída de Berlín, se encontraron con ingeniosos y fascinantes diseños de aeronaves extrañas y completamente revolucionarias, que posteriormente intentarían desarrollar en Rusia y EE.UU. con escasos resultados. Pese a ello fue la creatividad y la genialidad de científicos alemanes, como Von Braun, que tras la guerra se pasaron al bando aliado, la que ha permitido al hombre llegar a la Luna. No olvidemos que esos ingenieros alemanes desarrollaron la carrera espacial tal y como la conocemos y es un hecho indiscutible que los alemanes poseían conocimientos astronáuticos y aeronáuticos avanzados para la época.

Está documentada históricamente la existencia de varias patentes, diseños e incluso construcción de prototipos de aeronaves circulares o discoidales por parte de los alemanes, antes, durante y después de la II Guerra Mundial. Ya en fecha tan remota como en la Alemania del siglo XIX, y como una premonición de los platillos nazis que tantos quebraderos de cabeza han dado a los ufólogos modernos, el matemático y teórico de la aviación August Wilhelm Zachariae, hoy olvidado por la aeronáutica, experimentó con modelos de ala circular.

La historia de los platillos volantes alemanes se inicia con el meritorio Alexander Lippisch, quien desde principios de 1939 desarrolló para la Messerschmitt de Augsburg su caza-cohete con ala delta Me-163, que llegó a construirse en serie aunque sin alcanzar resultados espectaculares.

Pero también a finales de los años 30, otro alemán diseñó aeronaves de planta circular, más interesantes si cabe que las de Zachariae. Se trata del agricultor de Machern (cerca de Leipzig) Arthur Sack. Sack, aficionado al aeromodelismo, decidió abandonar las especulaciones sobre platillos volantes y ponerse manos a la obra, construyendo uno de esos modelos. Según publicaban las revistas aeronáuticas alemanas e inglesas Luftfahrt International, Air International o RAF Fliying Review, que reproducían fotografías de este "OVNI nazi", no sabemos qué inspiró a Sack, pero ahí está su platillo volante.

Se trata de un avión de forma circular plana, con los colores alemanes de la Luftwaffe, del que tan sólo se conservan dos fotografías, sin más datos. El platillo, de impecable estampa marcial, presenta una cúpula similar a la del antiguo M-109, la estrella de los cazas de la II Guerra Mundial. La existencia de una hélice de madera y de un rígido espolón hace suponer que esta aeronave pudo ser pensada como oponente a los Mustangs, Thunderbolts y populares Spitfires aliados.

A56, Historia De Un OVNI Nazi

Está documentada históricamente la existencia de varias patentes, diseños y prototipos de aeronaves circulares alemanas.

La presentación pública del platillo volante de Sack se efectuó durante la celebración del Primer Certamen Nacional de aeromodelos con motores de combustión, celebrado los días 27 y 28 de junio de 1939 en Leipzig-Mockau. El modelo presentado por Arthur Sack medía 1.250 mm. y pesaba 4.500 gr., siendo impulsado por un motor Kratmo-30 empotrado, de 0,65 CV y 4.500 r.p.m., con un rotor de 600 mm de diámetro.

Los participantes en el concurso, desarrollado prudentemente a puerta cerrada, debían cubrir un recorrido de ida y vuelta utilizando un mecanismo de dirección lo más sencillo posible. Sin embargo, este primer intento de utilización de pequeños modelos con fines tácticos de reconocimiento resultó un estrepitoso fracaso. La mayoría de los modelos, equipados con el llamado aparato autoguiado y sus respectivos motores, mostraron sus peores cualidades. El único modelo verdaderamente teledirigido, fabricado por Sinn, se rompió en la salida, y otro con una turbina de vapor, hecho por Soll, se incendió. Un desastre.

Sack no se libró de la racha. Su platillo volante no fue capaz de despegar del suelo y, finalmente, tuvo que ser lanzado al aire por su propio autor. Tras ese "despegue de emergencia", el modelo realizó un vuelo estable de unos 100 metros, llegando a la meta a duras penas, si bien después de la experiencia Sack perfeccionó su diseño para vuelos más rápidos y largos.

Pese a todo, Arthur Sack tuvo mucha suerte, ya que entre los asistentes al certamen se encontraba el general-ministro del Aire Udet, quien resultó impresionado por la idea. Udet resultó un gran partidario de la utilización bélica de los platillos volantes, asignándoles la misma función defensiva desarrollada hasta entonces por los globos. Entusiasmado, el ministro prometió a Sack "allanarle el camino para posteriores investigaciones". Dicho y hecho. Arthur Sack construiría algunos modelos más de platillos volantes antes de que comenzara la realización de un avión tripulado, a mitad de la guerra, en los talleres de MIMO (Mitteldeutsche Motorwerke), en Leipzig. El diseño final, denominado AS6, se concluyó en los talleres de vuelo de Brandis, a principios de 1944.

El primer prototipo del AS6 estaba equipado con un motor Argus 10C de 140 C.V. y tenía un ala circular con perfil Göttinger de 6,40 m de envergadura. Para un peso en vuelo estimado en unos 750-800 kgs, la carga alar debió de ser de unos 25 a 30 kilos por metro cuadrado. Por lo tanto, casi quedaba dentro del reglamento de medidas de una klemm 25D.

¿Genios Visionarios O Influencia Alienígena?

Los OVNIs que vio Kenneth Arnold en 1947 tal vez pudieron ser prototipos de aviones diseñados por el nazi Schauberger.

Hasta aquí los hechos incuestionables documentados en la historia aeronáutica que demuestran que lustros antes de que Kenneth Arnold emplease el término platillo volante para describir su avistamiento en el Monte Rainier, en junio de 1947; ingenieros alemanes construían verdaderos platos voladores. La cuestión es, ¿de dónde sacaron Zachariae, Lippisch o Sack la idea de un diseño aeronáutico circular?

A mediados de los noventa dos documentales de televisión sobre los platillos nazis conmocionaron a la comunidad ufológica internacional. En ellos se vinculaba el hecho histórico de la existencia de prototipos discoidales diseñados en la Alemania de entreguerras y las tradiciones esotéricas que tanto influyeron en la gestación del III Reich.

Intercalando fotos de platillos volantes en cuyo fuselaje aparecían esvásticas y cruces gamadas, con imágenes de la Alemania nazi y vídeos modernos de OVNIs, dichos documentales pretendían demostrar algo insólito: que los iniciados de la Sociedad Thule a la que pertenecían Hitler, Himmler y Hess, la "Santa Trinidad" del Reich, utilizaron a varias médiums alemanas para comunicarse con una civilización extraterrestre, que sería la que habría inspirado los diseños discoidales antes descritos y otros mucho más sofisticados que utilizarían no las hélices de los stuka o los motores a reacción de los sofisticados M-262, sino motores de "antigravedad", fuerza "Vril" y otros conceptos pseudocientíficos.

Según los documentales citados, parece que todo pudo comenzar con la fundación de la Sociedad Secreta Thule, a principios de siglo. Años después, a finales de 1919, varios miembros de Thule y de una de sus filiales, la sociedad Vril -todos ellos especializados en energías alternativas- se habrían reunido en una lujosa mansión alemana en un encuentro, que según se decía en los controvertidos videos, estuvo presidido por la médium Maria Ostig, quien habría recibido comunicados sobrenaturales de los espíritus: textos escritos en sumerio y en el código secreto templario donde aparecerían las primeras pistas para la construcción de revolucionarias aeronaves capaces de llegar a las estrellas.

Para los hitleristas, que consideran a Hitler más un líder espiritual que político, los inspiradores de aquellos textos y los míticos "Superiores Desconocidos" serían criaturas extraterrestres que, mediante la médium, habrían sugerido a los científicos alemanes la construcción de naves discoidales que usarían un supuesto sistema de propulsión por levitación. Según la misma fuente, la sociedad Vril creó, a mediados de 1934, la primera nave antigravitatoria: la FRZ-1, y a finales de ese mismo año la FRZ-2, dotada de un sistema de "dirección por impulsión magnética". Los conceptos utilizados en estos documentales, como energía Vril, motor Thule o naves Haunebu resultan, sin embargo, harto incompatibles con la verdadera historia de los prototipos de aeronaves discoidales alemanes que han sido históricamente documentados. Según los análisis efectuados por quien esto escribe, los videos que se difundieron a mediados de los noventa son un fraude. ¿Con que objetivo? Probablemente utilizar el fenómeno OVNI para atraer a jóvenes fascinados por la ufología hacia las filas del movimiento neonazi.

Un Expediente Inquietante

En su número correspondiente al mes de febrero de 1989, la revista alemana Flugzeug publicaba el siguiente informe de un oficial de la aviación alemana que, supuestamente, habría protagonizado el insólito avistamiento de un platillo volante en el aeródromo de Prag-Gbell (antes llamado Praha-Kbely) en 1943. Este es el polémico informe:

Lugar de la observación: Escuela de Vuelos C14 en el aeródromo de Prag-Gbell.

Fecha del suceso: Agosto o septiembre de 1943, supuestamente un domingo (creo recordar que no había servicio). Tiempo bueno, seco y soleado.

Clase de observación: "Estaba con mis camaradas de vuelo en el campo y, más concretamente, cerca de los edificios de la escuela, a una distancia de unos 2.000 metros del arsenal. El aparato está en el hangar: un disco de 5-6 metros de diámetro. En el centro tiene un cuerpo relativamente grande. Debajo del cuerpo, cuatro patas altas y delgadas. Color: Aluminio. Altura: casi la de un hombre. Grosor: de 30-40 cm., con un borde de varillaje exterior, tal vez eran orificios cuadrados. La parte superior del cuerpo (casi un tercio de altura total) se encogía sobre la mitad superior del disco, y era plana y redondeada. Vi con mis amigos cómo salía el aparato del hangar. Oímos entonces el estruendo de los motores, vimos el lado externo del disco girar, el aparato se encaminó , lentamente y en línea recta hacia la parte sur del campo. Entonces se elevó casi a 1 metro. Después de avanzar a esa altura unos buenos 300 m, se paró de nuevo. El aterrizaje fue bastante accidentado.

Mientras algunos guardianes empujaban el aparato hacia el hangar, tuvimos que abandonar el lugar. Más tarde, la "cosa" voló de nuevo, logrando esta vez alcanzar el final del aeródromo. Después, anoto en mi libro de vuelo las personas allí presentes del FFS C14: Gruppenfluglehrer (profesor de vuelo de grupo) Ofw. Michelsen; Fluglehrer (profesor de vuelo) Uffz. Kohl and Buhler; Flugschüler (alumnos de vuelo): Ogefr, Klassmann, Kleiner, Müllers, Pfáffle, Schenk, Seifert, Siebert, Squarr, Stahn, Weinberger, Zöbele, Gefr, Hering, Koza, Sitzwohl, Voss y Waluda."